La realidad vivida

— Introducción —

La realidad vivida es una narración personal y un relato de ideas que nos invita a aventurarnos por los senderos de la historia y la memoria; por los caminos del arte y la ciencia; por las esferas de la imaginación y el pensamiento. Es un ensayo sobre la luz y la ceguera, sobre los astros que brillan en el cielo y las constelaciones de sentido que tejemos en los misteriosos telares que hay en nuestras cabezas. Se trata, en suma, de un libro en el que se habla de cosas que sabemos a ciencia cierta y, también, de otras muchas de las que no tenemos ni la más remota idea; tan solo preguntas sin respuesta. En cierto modo, La realidad vivida se podría comparar con el vuelo nocturno de una luciérnaga o, mejor aún, con el rastro fugaz de una luz viajera que se esfuerza por abrir sendas de pensamiento sobre una noche perpetua. Desde luego, ese periplo luminiscente no agota, ni por asomo, la realidad del universo, pero sí nos invita a verlo con otros ojos. No como algo ajeno a nuestra existencia, sino como algo que se hace inteligible —al menos en parte— a través de ella. De eso, precisamente, tratan estas páginas: de las variadas realidades que centellean bajo el sol de la vida y nos ayudan a dar sentidos al mundo en que nos movemos. Sin esas realidades, surgidas al amparo de nuestra existencia, el fuego de los astros sería ajeno a su propia historia; el espacio carecería de nombre y el paso del tiempo no tendría la menor importancia. En resumidas cuentas, el universo se vería privado de lo que nosotros le damos, o sea, se vería desposeído de las interpretaciones que le dan un valor personal y un significado humano. Ni que decir tiene que esas interpretaciones son a todas horas limitadas e insuficientes, pero sus carencias no deberían hacernos olvidar lo más importante. A saber, que su particular forma de ser introduce en el vasto océano de los acontecimientos algo genuino e inédito: un nuevo tipo de realidad. Y eso, como iremos viendo a lo largo de este libro, lo cambia todo de raíz.

El lector que esté interesado en tener una visión panorámica del contenido de La realidad vivida encontrará un breve resumen de cada capítulo en el próximo apartado. Ahora bien, si antes prefiere tomar contacto con el origen de los pensamientos que laten en sus páginas, entonces le recomiendo que lea en primer lugar la Recapitulación. Allí descubrirá una especie de biografía de las ideas expuestas en el libro y, además, tendrá la oportunidad de ver al autor sumido en sus cavilaciones, y empeñado en arrojar un poco de luz sobre sus propios pasos. En cualquier caso, tanto lo escrito en la Introducción como lo narrado en la Recapitulación solo nos ofrecen una perspectiva general del contenido de la obra. Así que si uno quiere conocer en profundidad las historias y argumentos que se mueven por sus páginas tiene, necesariamente, que examinar por sí mismo el resto del libro. Espero que ese viaje le resulte estimulante y fructífero, y que, al final, le haga sentirse un poco más cerca de las eternas preguntas que brotan de la asombrosa conciencia de estar vivo.

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En el primer capítulo de La realidad vivida se cuenta la historia de Henri D., un niño ciego de nacimiento, que fue operado de cataratas a la edad de 8 años. El curioso relato de lo que le pasó después de la operación nos llevará a tomar consciencia de lo singular que es nuestro mundo visual y, también, de los serios problemas que se derivan de su existencia. En el segundo capítulo nos acercaremos a Padua y haremos una breve visita a Galileo y Cremonini. Así tendremos la ocasión de examinar un nuevo tipo de ceguera. Una que nos servirá, ya en el capítulo tercero, para reflexionar sobre los sentidos de la realidad y sobre el papel que nuestra vida juega en el universo. En el capítulo cuarto prestaremos atención a Júpiter y sus satélites. Primero los observaremos desde una perspectiva biográfica y, luego, los contemplaremos con el telescopio de Galileo. Ese juego de miradas nos hará partícipes de un panorama cambiante y asombroso. Más aún, nos dará la oportunidad de asistir al nacimiento de una nueva visión del cosmos. De ella, precisamente, nos ocuparemos en el siguiente capítulo, sin duda, el que tiene un contenido más científico e histórico. A continuación, exploraremos el controvertido mundo de las preguntas y los problemas, y trataremos de situar todo aquello que nos preocupa en el lugar que de verdad le corresponde. Este singular empeño nos llevará, ya en el capítulo sexto, hasta las fronteras del conocimiento, y allí nos encontraremos con un nuevo e inesperado umbral de comprensión. Será entonces cuando la realidad de la vida se convierta, por fin, en la auténtica protagonista de esta historia. Y eso, desde luego, afectará al contenido y desarrollo de los siguientes capítulos del libro.  Hará que en sus páginas las experiencias personales ocupen un lugar más destacado y decisivo. En efecto, en el capítulo séptimo transitaremos por los senderos de la memoria y nos enfrentaremos con ilusión al misterio del origen del universo. Luego, en el capítulo octavo, viajaremos en el tiempo y contemplaremos el firmamento a través de los ojos de un niño curioso y asombrado. Finalmente, ya en el capítulo noveno, orbitaremos de nuevo sobre los temas y las historias que nos han acompañado desde el primer momento. De ese modo podremos volver a reflexionar sobre las constelaciones de sentido que hemos ido tejiendo a lo largo del libro. Eso no solo nos ayudará a recordar lo más importante, sino que, además, nos impulsará a ir un poco más lejos. Ahora bien, vaya por delante, que ese periplo narrativo en ningún caso nos forzará a saltar más allá de nuestra sombra. Al contrario, nos hará ser aún más conscientes de nuestros límites humanos. De ahí que, a la postre, pueda acabar este resumen con las siguientes palabras: La realidad vivida es un libro que nos insta a explorar la realidad de la vida sin perder de vista las arcanas preguntas que se alzan sobre todas nuestras repuestas.